La
educación sexual en Chile se institucionaliza por primera vez en los
60’ bajo el mandato de Eduardo Frei Montalva incluyendo al programa Vida
Familiar y Educación Sexual para colegios públicos, el cual si bien solo tenía
como objetivo la promoción de la la
planificación familiar, marcaba un hito al ser un primer paso en el abordaje de
la sexualidad en el sistema educativo. No obstante, este proceso se ve
interrumpido durante el período de dictadura militar que afectó al país, todo
el avance que respectaba a materia sexual fue censurado. Luego, en la década de
los noventa, con el reciente retorno a la democracia se vuelve a incorporar una
política de educación sexual desde el Ministerio de Educación, sin embargo, no
obtiene el éxito debido al sector conservador del país.
En la
actualidad solamente existe un documento oficial del Ministerio de Educación
llamado “Programa en Educación Sexual, Afectividad y Género”, cuyo objetivo es
entregar nociones generales a los establecimientos educacionales para que
cumplan con lo exigido en la ley N° 20.418, que fija normas sobre información,
orientación y prestaciones en materia de regulación de la fertilidad (Salas, 2016) . A partir de dicho
programa, surgen 7 propuestas planes de educación sexual en
2010, a los que los colegios pueden optar libremente según su visión educativa,
o bien desarrollar su propio programa. Sin embargo, dichos planes de formación
no parecieran ser del todo integrales y adaptados a los tiempos de hoy en día,
motivo por el cual podemos decir que la educación sexual y afectiva en Chile
manifiesta una fuerte influencia conservadora en sus planes de estudio. Tras
dicha premisa, este ensayo estará enfocado en visualizar sus falencias.
En
primer lugar, un factor común que todos los programas deben poseer, según el
Gobierno en el 2011, aboga por la retraso del inicio de la actividad sexual.
Acogiéndonos a sus palabras manifiesta que los planes deben poseer un Discurso explícito a favor de la
postergación del inicio de la actividad sexual de los jóvenes hasta etapas de
mayor madurez biopsicosocial. Tal
enfoque está lejos de adaptarse a la realidad nacional, en la que existe una
conexión de base entre la
exposición a riesgos y las desigualdades sociales. Evidencia de ello, es lo que manifiestan
algunos autores, “el vínculo entre embarazo en la adolescencia y pobreza es
correlacional, en este sentido, el embarazo en la adolescencia es una
problemática social, por cuanto reproduce inequidades sociales importantes
dentro de las estructuras poblacionales”. (Dides, Benavente, & Morán, 2008)
Si bien la población
juvenil está expuesta a riesgos, no todos lo están de la misma manera ni grado.
Cualquiera sea el tipo de peligro derivado de la sexualidad y afectividad,
llámese embarazo adolescente, enfermedades de transmisión sexual, violencia en
las relaciones de pareja, por solo mencionar algunas, se posicionan en la
sociedad chilena en los grupos de más bajos ingresos y menores niveles
educacionales. Es por ello que surge la necesidad imperante de replantearse si la
educación sexual y afectiva realmente debe pasar por alto la realidad
estratificada socialmente en la que nos encontramos.
Bibliografía
Dides, C., Benavente, M. C., & Morán, J. M.
(2008). Diagnóstico de la situación del embarazo en la adolescencia en
Chile.
Salas, N. (24 de Septiembre de 2016). elmostrador.
Obtenido de elmostrador:
http://www.elmostrador.cl/noticias/opinion/2016/09/24/educacion-sexual-en-chile-mas-alla-de-lo-moral/